Al frente de un edificio pequeño y sin mayores pretensiones en su arquitectura exterior, esta figura simplificada de un hombre se proyecta hacia el infinito, tal vez arrastrando consigo hacia las alturas la mirada y la voluntad de algún observador.
En una ciudad donde las esculturas están por todas partes no es raro encontrarse con una que haya perdido su carné de identidad, por decirlo de alguna manera. La placa donde figuraba el título y el autor ha desaparecido.
Por lo tanto, aquellos para los que no se ha convertido todavía en un lugar común de la ciudad, de esos que se miran sin ver, tendrán que imaginarse cuál será el tema e inventarse a ser posible un nombre ficticio para el autor.
En último término, si esta representación de un hombre que se esfuerza por alcanzar algo le ha causado tanta inquietud, puede buscar en el inventario de arte público de la ciudad, si es que existe tal cosa.
Si no lo encuentra puede quedarse con el que proponemos aquí, armado con el nombre verdadero que le puso Alonso Arias Vanegas, el autor, y la frase de Buzz Lightyear, el famoso héroe de Toy Story: hacia el infinito… y más allá.
Una verdadera muestra de postmodernidad en donde se unen el arte y los medios masivos con su cultura pop.
ResponderEliminarUna bella escultura... No se si por casualidad, o alguien leyó este comentario, pero la escultura fue restaurada en 2011... aquí se puede ver como se encuentra en la actualidad: http://esculturasdecolombia.blogspot.com/2014/01/hacia-el-infitino.html
ResponderEliminarNos quedamos esperando que cada vez sean más las esculturas que se restauren y/o las nuevas que tenga nuestra ciudad, donde podemos encontrarlas por todas partes.