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Desde la ventana (Medellín, Colombia)

Hay lugares en esta ciudad que todavía invitan al recogimiento.
Grandes patios, corredores amplios flanqueados por arcos que permiten la circulación del aire y la luz con plena libertad, son las características de los edificios que se construían antes, permitiendo a la mirada extraviarse en la vegetación de los jardines interiores.
Un soñador, parado frente a una ventana, podía entregarse a la contemplación en una época donde el tiempo no se acortaba como ahora por las múltiples actividades a las que debe dedicarse una persona contemporánea.
Ahora, por fortuna, esos edificios atrapan algunos desprevenidos que sin saberlo pueden ensimismarse en ellos de igual manera a como lo hicieron tantas personas en otras épocas.

Desde 1874 (Medellín, Colombia)

El aspecto del edificio de la Compañía Colombiana de Seguros que se levanta sobre la carrera Carabobo no hace dudar al observador acerca de las posibles actividades que se realizan en su interior, o que se realizaban en otros tiempos -quizá la dicha Compañía funcione ya en una de esas torres de cristal sin identidad que se han ido construyendo en la ciudad- cuando este sector era parte importante de toda la actividad financiera paisa.
Hasta las palomas que parecen habitar el árbol al lado de este edificio dan la impresión de estar allí desde 1874, el año de la fundación de la empresa, afirmando su solidez tanto arquitectónica como empresarial; aunque la construcción del edificio no se remonte hasta el siglo XIX.
Es otro de esos inmuebles de El Centro que mantienen con su silueta imperturbable algo de la ciudad de siempre.

La fuente del parque (Medellín, Colombia)

Aunque la plazuela de la iglesia de la Veracruz no es un parque en realidad, la fuente que sirve de asiento a tantas palomas del sector se ha convertido para aquellas personas que pasan por allí diariamente en un hito arquitectónico que, tenga agua o no, siempre se identifica con un lugar para refrescar la mirada.
Al fondo la centenaria iglesia de la Veracruz, cuya superficie ha sido modificada tantas veces, mantiene su forma inconfundible para los habitantes de esta ciudad.
Esta es una imagen donde la composición no desentona en un sector que no se caracteriza por su coherencia arquitectónica.

La abstracción de la mirada (Medellín, Colombia)

A veces, basta mirar hacia arriba para encontrarnos con una imagen poco corriente que en un primer momento no se parece a nada conocido.
Una sección de un edificio corriente puede convertirse en una imagen extraña o impactante, dependiendo del ángulo y de la luz.
En una ciudad la atención es capturada por escenas aparentemente normales que crean en el cerebro composiciones impactantes como ésta, que parece diseñada por el más creativo de los arquitectos.

Cruce de la carrera Girardot con la calle Ayacucho (Medellín, Colombia)

Quien recorra la carrera Girardot, desde La Avenida Argentina hasta la calle Pichincha al menos, la sorpresa no lo abandonará (si observa con cuidado) pues la arquitectura va desde edificios de apartamentos sin ninguna relevancia arquitectónica hasta fachadas de tiempos idos; como estas donde se aprecia parte del Paraninfo de la Universidad de Antioquia y el lado oriental de una de las sedes de la Caja de Compensación Comfama: el Claustro (además de una punta del Instituto Confucio que funciona en el antiguo edificio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia).
Y es que una de las características que enriquecen, sin proponérselo tal vez, a nuestras ciudades americanas es el eclecticismo en la combinación de sus construcciones.
Cuando se ha decidido conservar estos edificios para la memoria colectiva de sus habitantes, se ve con claridad cuáles han sido sus intereses y gustos a lo largo de la historia.

La mesura de la historia (Medellín, Colombia)

Uno de esos edificios cuya arquitectura no necesita grandes decoraciones para resaltar entre las innumerables edificaciones de este sector se levanta en una de las esquinas más conocidas y frecuentadas de la ciudad (Avenida Oriental con la calle Colombia). Sin embargo su construcción sencilla lo destaca y le imprime a esta zona una atmósfera mesurada y tranquila, atmósfera que de manera continua e imparable ha ido perdiendo El Centro por cuenta del tráfico, las multitudes y los vendedores ambulantes que invaden los andenes.
Desde la piedra de la fachada hasta la línea sobria de ventanas y balcones le dan a este edificio un aire de otro tiempo, como si a su alrededor se hubiese detenido un poco la historia de la ciudad.
La mirada se posa tranquila en su superficie y le hace meditar a quien observa sin afanes, en esos barrios europeos donde los edificios guardan tantos relatos de amores y pasiones que tal vez no lleguen a conocerse jamás.

Una fachada en la carrera Girardot (Medellín, Colombia)

Una hermosa fachada, construida en la época en que este sector de la ciudad era habitado por esas familias numerosas, tan características de esta zona del país, da paso, en la actualidad, a una serie de edificios donde ni la estética ni la comodidad tienen cabida. Son sólo una sumatoria de salones dedicados a albergar estudiantes durante todo el día y parte de la noche. Es como si ningún arquitecto se hubiera tomado la tarea de distribuir el espacio interior que la vista de esta construcción promete.
Parece como si se hubiese querido, de alguna manera, negar las horas que debió pasar sobre la mesa de dibujo el creador del edificio original para lograr una edificación sobria y elegante.
La delicada factura de los maestros albañiles que todavía se puede apreciar incluso en el revoque de las paredes exteriores y en la calidad de los arcos de puertas y ventanas brilla por su ausencia, una vez que el visitante interesado franquea los portones de este lugar.
Pero al menos hay que agradecer a quienes tomaron la decisión de no demoler esta muestra de lo que fuera en otros tiempos la cara de la ciudad y mantener de cierta forma el ambiente que reina en los alrededores de la Plazuela San Ignacio.

Renovación del Hotel Nutibara (Medellín, Colombia)

Uno siente una gran satisfacción al ver los trabajos de renovación que se están llevando a cabo en el Hotel Nutibara, uno de los edificios emblemáticos de esta ciudad.
Es como si por fin hubiéramos entendido que la historia arquitectónica de la ciudad es también patrimonio de todos sus habitantes (los actuales y los futuros y hasta de los recién llegados).
Será que por fin estamos entendiendo que una ciudad innovadora no es únicamente aquella que se dedica a construir nuevos edificios de dudosa innovación arquitectónica, sino también aquella que es capaz de mirar al pasado con orgullo.
Felicitaciones para aquellos que decidieron conservar para la posteridad la belleza clásica y sin aspavientos del Hotel Nutibara; todo lo contrario a lo que hicieron en su momento los responsables de la ciudad con el edificio donde quedaba el Hotel Europa y el teatro Junín, por allá a comienzos de la década de los setenta.

Torres fuera de tiempo (Medellín, Colombia)

Una chimenea que nos remite a una novela de Charles Dickens combina perfectamente con una torre de iglesia que parece sacada de una novela de Víctor Hugo; y las dos parecen fuera de tiempo si se comparan con las modernas torres de apartamentos que se ven a lo lejos.
Es que en esta ciudad se ajustan lo antiguo y lo moderno sin solución de continuidad. Tal vez el único elemento común sea el de las montañas que siempre aparecen en el paisaje.
A unas imágenes del siglo XVIII le sirven de fondo otras de esta época como una película anacrónica donde hasta los vidrios de las ventanas engañan al ojo, haciéndole creer que copian, nítidamente, la torre de la iglesia, cuando en realidad lo único que hacen es dejar ver parte de las dos torres posteriores de la iglesia a través del reflejo en su superficie de unos edificios.

Un palacio en el Centro (Medellín, Colombia)

Entre las construcciones funcionales del comercio popular del Centro se destaca la figura sobria y clásica del Palacio Nacional, construido por un belga que vino a cambiar la arquitectura de una pequeña ciudad a principios del siglo XX.
Este edificio dedicado al comercio intensivo en la actualidad, cambio la vocación administrativa para el que fue diseñado, por la venta intensiva de mercancías. Repleto de almacenes da cabido diariamente a miles de compradores que encuentran allí satisfacción a sus necesidades.

Arquitectura apacible (Medellín, Colombia)

Este edificio que ha mirado la calle Ayacucho durante décadas, marcó durante mucho tiempo el tono arquitectónico del sector. Ahora es una construcción más entre la profusión de estilos que caracteriza las ciudades latinoamericanas.
Sin embargo sigue siendo un rincón apacible donde el tiempo se ralentiza.

Una aguja (Medellín, Colombia)

Un hermoso objeto arquitectónico se eleva al cielo, facilitándole la labor a quien tenga que encontrar una aguja en la ciudad.
Desde muchos lugares de la ciudad se puede ver esta iglesia. Durante décadas ha observado la ciudad desde las alturas de la calle Ayacucho, sirviendo además de punto de referencia a todos los que quieran visitar uno de los barrios más tradicionales de la ciudad. Sólo basta subir la leve pendiente que desde El Centro conduce a Buenos Aires.

A destiempo (Medellín, Colombia)

A veces uno mira por entre los edificios y ve como los volúmenes y los colores de la ciudad se superponen formando composiciones novedosas que casi nunca se ven cuando se mira el conjunto.
Sin embargo la belleza está ahí, en esa combinación de arquitectura y naturaleza que vuelve intemporal una ciudad. Como lo demuestran los relojes de la torre pues cada uno, a su aire, marca un tiempo distinto.

Un soplo de aire nuevo (Medellín, Colombia)

La imagen de una ciudad vacía es para quienes viven en ella un soplo de aire nuevo.
Aunque la imagen de las multitudes y el tránsito caótico e imposible de todos los días permanece en la retina siempre.
Pero ese día hasta la limpidez del cielo y la nitidez del aire contribuyeron para ver el paisaje urbano con total claridad.
Así es esta ciudad, siempre sorprendente para los que viven en ella y la saben mirar o para aquellos que deciden pasar unos días entre sus montañas.

Una niebla leve (Medellín, Colombia)

Una niebla leve pero sospechosa, de esas que lo hacen dudar a uno si será el anuncio de la lluvia o por el contrario una nube transitoria de la contaminación que acecha cualquier ciudad en este planeta, se acercaba lentamente a la ciudad.
A lo lejos, las montañas ya habían desaparecido casi por completo.
Así pasa en esta ciudad, después de una tarde soleada la gente puede quedar empapada en cuestión de minutos por un aguacero o sorprenderse al ver como el día se vuelve gris y desapacible.
Son los encantos y los inconvenientes de una ciudad construida en mitad del trópico y atrapada entre montañas.

Una espiral (Medellín, Colombia)

Como en esas descripciones donde los antiguos escritores de viajes expresaban su admiración por las construcciones humanas o las maravillas de la naturaleza que hallaban en sus recorridos, nos sorprendió ver en uno de los edificios comerciales más nuevos de esta ciudad, una hermosa espiral que parece resguardar un fuego sagrado, aunque en este caso es una fuente de agua a la que la luz le da una cualidad de fogata.
La gente se dedica a sus asuntos mientras la luz y el agua juegan, envueltas en la forma que al parecer se manifiesta en innumerables fenómenos de la naturaleza: esa figura geométrica que le tomó a la humanidad siglos para identificar en muchas de las formas del universo, desde galaxias hasta la manera lenta y esplendorosa como se abren algunas flores.

Entre paredes (Medellín, Colombia)

En el aire espeso de una tarde fría, la silueta de una iglesia intenta desaparecer de la vista, aunque las paredes de la ciudad den la impresión de haberse movido para dejar ver, desde lejos, su estructura de ladrillo.
En esta ocasión el adobe no se incendia como en esos atardeceres soleados cuando la luz particular de esta ciudad le da a todas las cosas una tonalidad tan cálida que es difícil de describir. Es como si el aire y la neblina se unieran para suavizar las aristas que una ciudad le impone al paisaje.

Adobe en el teatro (Medellín, Colombia)

El teatro Metropolitano, el lugar de espectáculos más importante de la ciudad fue construido con el material más común y significativo de la ciudad: el adobe.
Él es el que le da ese color particular a las laderas de las montañas que circundan el valle y que cada vez más se ven atacadas por la creciente mancha ocre de viviendas.
Este edificio refleja en sus superficies esa arquitectura eminentemente práctica que se ve en los barrios de la ciudad, paredes lisas cuya elaboración obedece a una finalidad específica: proteger de la intemperie a los moradores de las casas.

El color de la luz (Medellín, Colombia)

La arquitectura no puede desprenderse de la luz para reforzar la relación vital que establece entre los espacios.
Y hay lugares como éste donde a determinada hora del día la luz atraviesa los ventanales incendiando el color de los vidrios, y golpea con tal fuerza en las hojas de las plantas que parece atravesarlas.
Lugares apacibles como estos, donde la luz se descompone en una gran variedad de colores y revela volúmenes de gran belleza, hay muchos en esta ciudad a la vista de todo el mundo, aunque rara vez nos fijamos en ellos.

Un aire de otro tiempo (Medellín, Colombia)

Esa arquitectura sencilla donde los detalles art decó servían para realzar la economía de líneas de la fachada, se plasmó durante muchos años en los edificios de esta ciudad, incluso en edificaciones que fueron construidas mucho tiempo después de haber pasado el momento de aquel estilo que influyó a tantos artistas, artesanos y arquitectos. Al parecer su influencia en esta ciudad fue mucho más fuerte que en otras ciudades.
Lugares como este contribuyen a darle a ciertos rincones un aire de otra época. Si no fuera por el evidente deterioro, uno podría creer que ha retrocedido en el tiempo y que a ese balcón se asomará un señor de chaleco, mirando su reloj de bolsillo, para calcular si ya es la hora de la caminada diaria hasta la iglesia de la Candelaria o hasta el Astor para tomar el algo.

En el centro del Centro (Medellín, Colombia)

Quizás para muchos de los habitantes de Medellín el edificio Coltejer ya no sea una referencia como lo fue para muchos de sus habitantes dur...