El imaginario de la sociedad que ha construido
las diferentes ciudades se puede observar en detalles que pasan desapercibidos
para la mayoría, como lo es éste medallón de una vieja fachada.
Un barco que remonta un río o tal vez
atraviesa un mar desconocido lleva y trae mercancías incesantemente y con ellas
las ilusiones de los habitantes de este valle.
Allí quedó plasmado para la posteridad un barco que tal vez nunca fue
visto directamente por el autor de esta maravilla -es quizá la representación
de una vieja enciclopedia o un libro de viajes que por azar vino a parar entre
estas montañas-. Y allí estará surcando un mar o un río de leyenda hasta que una
mano criminal decida que este edificio de la calle Boyacá debe desaparecer para
dar paso a un edificio de cristal y acero o a una de esas bodegas infames en
las que han convertido tantas joyas de la ciudad.
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