Las alas rotas (Medellín, Colombia)

Una escultura a la que sus autores le dieron el título de Búsqueda, parece atravesar los cielos de la ciudad.
Quien vea esta bandada de pájaros de hierro y vidrio puede suponer cualquier motivo para su incansable vuelo.
Entre las infinitas posibilidades que a uno se le ocurren, una de ellas podría ser que vuelan a la caza de la verdadera ciudad que palpita detrás de toda la verbosidad publicitaria de los medios de comunicación.
Se quiere hacer creer a quienes visitan esta Bella Villa y a quienes la habitan que con palabras se puede esconder la realidad dura que llevan en su seno todas las ciudades colombianas.
Por ahora ha sido infructuosa la pesquisa, algunas de las aves hasta se han roto las alas en su recorrido incesante, otras han desaparecido, pero ellas como los que vivimos en este valle sabemos que la verdadera realidad no se puede construir con discursos y que a pesar de las mentiras institucionales surge en los lugares más inesperados.

Cielos de colores (Medellín, Colombia)

Por estos días ya empezaron a verse en la ciudad las decoraciones tempranas que nos acompañarán el próximo mes y hasta parte del siguiente.
Son los alumbrados navideños que en las casas y sobre todo en los centros comerciales comenzaron a preparar el espíritu para las festividades que se nos vienen encima.
Tal vez no todos participen de las celebraciones en torno a la luz. Pero lo que sí parece común a la mayoría de la gente es la expectativa que genera diciembre en el ánimo de los habitantes de esta ciudad; como le sucede a tantos otros en muchos lugares del globo.

Lana (Medellín, Colombia)

En una ciudad de las de ahora y en cualquier lugar del mundo no es extraño encontrarse cara a cara con la espontaneidad; materializada en este caso en los ojos de Lana, cuya felicidad puede ser salir a dar un paseo en el parque, encontrar en el suelo la rama de un árbol para jugar con ella y poder llevarla entre los dientes como un trofeo de caza.

Arquitectura de montaña (Medellín, Colombia)

En el estrecho valle donde se asienta esta ciudad muchos de los barrios que la componen han sido construidos sobre las laderas de las montañas que forman una geografía difícil pero conquistable al parecer.
Si uno se deja llevar por la imagen que se ve en algunos sectores de esta ciudad, donde las casas se apeñuscan unas contra otras, podría llegar a pensar que se ha desarrollado en ellos un urbanismo orgánico en el que las viviendas se han adaptado perfectamente a los accidentes de la superficie. Pero la realidad es que esta forma de distribuir el suelo obedece más a la necesidad que al respeto por la geografía.
Las escalas interminables, las calles retorcidas y empinadas no favorecen al habitante de estas laderas. Aun así las construcciones se suceden sin interrupción causando admiración a quienes se pasean por allí en plan de turistas, inconscientes de lo que puede significar vivir en estos lugares día tras día.

El placer de la velocidad (Medellín, Colombia)

En casi todos los barrios de esta ciudad se pueden ver lugares como éste donde la gente va a encontrarse con la libertad que da practicar una actividad física. Se les llama con el nombre genérico de “canchas” y desde hace muchos años se han convertido en puntos de convergencia para muchas personas.
Allí es posible ver, entre otros muchos grupos humanos, unos niños queriendo llegar al infinito a impulsos de la velocidad que les dan sus piernas y de la imaginación que acompaña a cada uno de nosotros pero que en esta edad es una presencia constante.

Las verdes y las maduras (Medellín, Colombia)

Una camioneta pequeña recorre, como tantas otras, las calles de los barrios de la ciudad cargando manzanas destinadas a la venta y el pregonero que la conduce rasga el aire con su fuerte acento regional para anunciar las bondades de las frutas que trae para la venta.
Habla del sabor y la frescura de su producto pero se le olvida un detalle que tal vez no sea importante para los compradores pero que está a la vista de todo el mundo, incluyendo hasta los que no tienen intenciones de dejarse seducir por el pregón: se trata de la belleza de esta combinación de colores cuyo disfrute es gratis, por ahora.

Desde la Estación Andalucía (Medellín, Colombia)

Una imagen familiar no sólo para quienes viven en el oriente sino para todos aquellos que han visitado este sector de la ciudad, que aunque muy publicitado por las últimas administraciones sigue tan abandonado e incomprendido como antes de convertirse en paisaje obligado para todos los que quieren experimentar la sensación de flotar sobre la ciudad.
Las tres estaciones de este novedoso sistema de transporte son lugares de encuentro para muchos de los que viven en estas laderas, aunque lamentablemente no se han convertido en potenciadoras de una evolución urbana racional.

La imagen de una tarde frente a la Veracruz (Medellín, Colombia)

Esta iglesia, una de las más antiguas de la ciudad y patrimonio cultural de la nación, se encuentra en todo el corazón de El Centro; durante siglos ha dominado un espacio que es pequeño a los ojos de los actuales habitantes pero que para quienes la construyeron era una plazuela a escala muy humana dadas las dimensiones de la vieja Villa de la Candelaria.
Diariamente pasan por allí cientos o quizá miles de personas para quienes este lugar puede ser muy significativo o no, pero que de todas maneras marca un hito arquitectónico y cultural en la vida de una ciudad de tantos contrastes.

Cabeza de náufrago (Medellín, Colombia)

Un detalle que complementa la gran escultura de La Vida de Rodrigo Arenas Betancur trae a la mente uno de esos naufragios que se han descrito tantas veces en la literatura o que hemos visto en las películas de aventuras escenificadas en los famosos mares del sur atravesados por galeones y bergantines.
Tal vez sea una representación de otra cosa, pero en los momentos que vive este país, uno no deja de asociar esta cabeza que sobresale del agua con un náufrago desconocido que yace en una playa de una isla perdida en el mapa.

Combinaciones (Medellín, Colombia)

Este es un edificio que podría haber sido construido en cualquier ciudad; no tiene características especiales en su diseño que lo hagan resaltar de los múltiples edificios que estamos acostumbrados a ver en las pequeñas y grandes urbes.
Sin embargo la combinación de su fachada con el amoblamiento urbano de una plaza enriquece su apariencia, al menos desde el punto de vista fotográfico.

Tritón (Medellín, Colombia)

Los ojos de agua han dado pie en diferentes culturas al nacimiento de innumerables mitos y leyendas. Seres que son la perdición de las personas que transitan por sus inmediaciones o que le muestran el camino a los que se extravían en los bosques o en los descampados.
Pero en las ciudades donde el agua permanece aislada en pequeñas fuentes mientras juega o permanece quieta, imperturbable, no es fácil que un paseante desprevenido se vea expuesto a un encuentro sorpresivo con el mundo de la fantasía.
Después de la desbandada de los personajes mitológicos como consecuencia de la caída de las religiones politeístas en Occidente Tritón, el mensajero de las profundidades marinas, pudo haberse refugiado en alguna fuente como ésta que sirve de complemento a una de las escultura más emblemáticas de la ciudad.

Vestida de fiesta (Medellín, Colombia)

Casi siempre han sido las rosas y las orquídeas las que se han llevado los elogios de la mayoría de los amantes de las flores; tal vez porque estas dos especies son las más conocidas tanto por su belleza y aroma como por su presencia en la historia de la humanidad las unas o por su exotismo las otras.
Pero hay flores de todos los tamaños y formas que sorprenden a quienes las ven por primera vez. Es el caso de la flor de esta penca que parece vestida para asistir a una de esas fiestas que deben hacer las hadas, los elfos y todas aquellas criaturas que viven en las tradiciones milenarias de los pueblos.
Con el intenso color y la elegancia de sus pétalos parece ataviada por Balenciaga o Valentino.

Sobre el agua (Medellín, Colombia)

Del agua de un pequeño lago y rodeada por un grupo de tortugas que esperan con paciencia, sobresale un pedazo de roca.
Para subirse a su superficie y aprovechar los rayos del sol tropical que ilumina esta ciudad las tortugas esperan durante horas a que haya un resquicio por donde desalojar a las que alcanzaron un lugar antes que ellas.
Esa debe ser la cotidianidad de estas habitantes permanentes del lago: eternizarse expuestas al sol, flotar alrededor de la piedra y comer nenúfares o lo que sea que coman estas criaturas supervivientes de tantos milenios.

La Carreta Literaria (Medellín, Colombia)

Por estos días llegó un hombre desde Cartagena de Indias a las calles de esta ciudad para desarrollar su labor de promoción de lectura.
Con sus sombreros de espuma elaborados en algún rincón de este país se dedica a encantar y seducir a todos los públicos con sus libros.
Desde el 22 de mayo de 2007 está recorriendo la ciudad amurallada, la región Caribe y en general toda la república. Hasta en el exterior ha estado con su cargamento de libros y sombreros.
Los que asistieron al Jardín Botánico para antojarse de libros pudieron disfrutar de esta novedosa forma de acercar la literatura a la gente.

Una tarde de libros (Medelín, Colombia)

La gente de todas las edades y sobre todo libros de todos los estilos y formatos se dieron cita hasta el pasado 22 de septiembre en el Jardín Botánico de la ciudad, como cada año por estas fechas.
Novedades y libros clásicos para todos los gustos, pero especialmente nuevos lectores o lectores en potencia se mezclaron en los puestos donde las diferentes librerías y editoriales expusieron sus tesoros.
A pesar de la queja (“a la gente no le gusta leer”) de las entidades conocedoras del tema, esta llamada anual a acercarse a los libros siempre es un éxito, al menos en cuanto a concurrencia se refiere.

Hojas, flores y agua (Medellín, Colombia)

Saber mirar es el consejo que siempre dan los profesores de las facultades de arte o las academias de diseño.
La realidad cotidiana está llena con los ejemplos de la belleza que se puede encontrar en los lugares que vemos todos los días y a los cuales dirigimos nuestros ojos de manera automática, sin ver.
De pronto se forman enfrente nuestro unos cuadros que parecen obedecer a un plan preconcebido pero que son el producto de la casualidad o del azar.
Las hojas grandes y siempre verdes combinadas con unas sencillas flores (empinadas para poder ver más allá), necesitaban las salpicaduras del agua para conformar esta imagen fotográfica.

Una caja misteriosa (Medellín, Colombia)

Desde los confines de la historia las cajas, que varían de volumen y materiales según las necesidades de quien las vaya a utilizar, han adquirido en ciertas ocasiones un halo de misterio, sobre todo cuando se las encuentra en lugares desusados o cuando abrirlas se presenta como un problema difícil de resolver.
Es el caso de ésta caja que sorprende a quienes visitan por estos días el Jardín Botánico de la ciudad suscitando toda clase de hipótesis.
Permanece allí al sol y al agua, flotando imperturbable mientras la vegetación trata de formar en torno a ella un círculo protector y la gente se hace preguntas, mientras pasea alrededor del lago.

El generoso regalador de minutos (Medellín, Colombia)

Una imagen común en esta ciudad es la de los vendedores de minutos que recorren las calles de El Centro o se establecen permanentemente en un parque o en una esquina concurrida para alquilar celulares, generalmente por cortos períodos de tiempo. Vender minutos es un negocio generalizado.
Pero en este caso particular este dueño del tiempo (metafóricamente hablando) es un personaje que comparte con un transeúnte elegido al azar un minuto de lectura. Generalmente se trata de poemas que duran alrededor de 60 segundos.
Y lo mejor de todo es que no cobra por su lectura, aunque su actividad está inspirada en un vendedor.

Campo de maracas (Medellín, Colombia)

Esta planta (Zingiber Spectabile) originaria de Sumatra, Tailandia, Malasia e India y conocida popularmente como maraca ha ido conquistando gracias a su impactante forma y llamativos colores, las floristerías y jardines de esta ciudad, amante de las flores.
Sobran las palabras cuando se observa la florescencia de estas plantas, tan extraña a la concepción que desde siempre se ha tenido de las flores por estos rumbos. Si bien es cierto que cada planta ha diseñado su propia forma de atraer insectos y pájaros para su polinización también lo es que unas se han esforzado más en el apartado de la originalidad.

La calle de los dinosaurios (Medellín, Colombia)

No es extraño encontrarse en una calle de cualquier ciudad del mundo con las situaciones más extrañas.
Pero, que al caminar por una de las calles más concurridas de esta ciudad un ciudadano desprevenido se tope sin ninguna preparación con un par de dinosaurios si es una novedad.
Algunos pensarán que son el producto de algún fabricante de atracciones mecánicas, pero yo estoy por creer que al igual que pasa con tantas criaturas en muchas  novelas y películas es posible que esa pose de marionetas, (su tamaño descomunal debería servir a cualquiera para empezar a desconfiar) sea únicamente una estrategia de camuflaje y que en las madrugadas o en las noches muy oscuras recorran la ciudad buscando una salida; pero como en el poema de Kavafis la ciudad siempre les acompaña.
Por lo pronto tendrán que seguir recurriendo al disfraz de estatua viviente para perdurar. Hasta que a alguno de ellos se le ocurra una forma de escapar.

Salta, salta, salta... (Medellín, Colombia)

El lazo que ha golpeado rítmicamente el suelo de tantos andenes, patios o calles de barrio desde el comienzo de los tiempos, acompaña la vitalidad de unos niños.
En un parque de la ciudad, pobre de árboles pero lleno de multitud de tipos humanos la gente que pasa se contagia de la alegría inmediata de estos niños, cuyo color de piel refleja a la mayoría de la gente de este país.

Diseño minimalista (Medellín, Colombia)

Una pequeñísima flor es el ejemplo perfecto de que en la naturaleza pueden prosperar muchas formas de vida independientemente de su tamaño.
En una ciudad donde la gente está acostumbrada a convivir cotidianamente con la exuberancia de bromelias, heliconias u orquídeas se pueden encontrar flores como ésta que además de sus reducidas dimensiones ofrecen al mundo la simpleza de su escueto y sin embargo impactante diseño; no sólo por la forma de los pétalos sino también por su esplendoroso color amarillo.
Por la combinación del amarillo de la flor con el verde de las hojas de esta planta, podría pensarse en una composición hecha adrede para atraer la atención de algún observador minucioso o de alguna especie particular de insecto.

Visión urbana (Medellín, Colombia)

La imagen que la gente tiene de las ciudades se ve moldeada e influenciada constantemente por nuevas construcciones, donde las más recientes propuestas arquitectónicas y de diseño urbanístico moldean el panorama construido por los seres humanos.
Independientemente de la perspectiva que un ciudadano asuma frente a ésta transformación es indudable que su percepción del lugar donde vive se ve afectada por nuevas edificaciones (acertadas o no) que en una ciudad tan dinámica como ésta, siempre están a la orden del día.

En un jardín de Perú (Medellín, Colombia)

En el barrio Boston, a unas cuantas calles de El Centro todavía se encuentran casas cuyos jardines son cuidados con esmero. Son algo así como un oasis para la vista, donde la gente se entrega aún a la actividad mesurada de sembrar y podar plantas que riñe con el mundo acelerado de las ciudades.
Unas pequeñas flores que no alcanzan los tres centímetros de diámetro se abren constantemente al cielo de este valle frente a una casa de la calle Perú.
No tienen mucho perfume al parecer pero su intenso color contrasta con el gris de los andenes y el asfalto que rodean el pequeño jardín citadino.

Un rincón oriental (Medellín, Colombia)

En las ciudades europeas han aparecido, especialmente desde el siglo XVIII, propuestas arquitectónicas inspiradas en oriente. En Europa con su gusto por lo exótico como es el caso de la arquitectura oriental pueden verse, en diferentes capitales y ciudades construcciones levantadas en los terrenos contiguos a palacios reales o en medio de zoológicos y lugares públicos, varios ejemplos de la chinoisserie europea basada en la aparición de formas y elementos decorativos chinos o japoneses por mencionar sólo dos países que han tenido una gran influencia en las artes del viejo continente.
En esta ciudad, donde no existe un barrio chino y mucho menos algún sector japonés, dicha producción se ve en objetos aislados cuya inspiración se remonta a la arquitectura o a la decoración orientales.
Esta imagen de una pagoda realizada al parecer en granito rememora, para los habitantes de este valle encerrado en su propia historia, otros lugares y otros rincones que sólo se ven en las diferentes publicaciones que los medios de comunicación masiva ponen a nuestra disposición.
Es interesante ver el contraste que se produce entre la pequeña figura de granito y las “conservadoras” que adornan con sus flores tantos balcones de la ciudad, aclimatadas desde hace mucho a un entorno menos frío que las montañas de los departamentos del centro de país.

Medellín en blanco y negro