Anturios para recordar (Medellín, Colombia)

Parece como si la memoria de muchos de los habitantes de esta ciudad estuviera asociada, entre otras cosas, a las flores: desde las orquídeas que colgaban en los patios húmedos, hasta los corredores interiores donde las materas de barro estaban destinadas a alojar plantas, que se llenaban de hojas de un verde intenso o a los famosos anturios a los que uno apenas les echaba una mirada, cuando las tías o las abuelas hacían notar sus progresos, ajenos a la importancia que tendrían en el futuro cuando esas casas hubieran desaparecido y hasta los detalles más nimios de esas épocas se cubrirían de nostalgia.
Los que yo recuerdo en la casa de mi abuela eran de una blancura casi artificial y con esa simplicidad en las líneas que realza la perfección de tantas creaciones de la naturaleza.

1 comentario:

  1. Jaime Alberto Barrientos7 de mayo de 2010, 19:13

    Cuando empecé a leer la leyenda, lo primero que vino a mi mente también fue la casa de mi abuela, de nuestra abuela. ¿Que habrá ahora en ese patio interior donde mi abuelo se afeitaba en pijama y donde Rebeca no dejaba de repetir que quería cacao?

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